Nacemos sin preocupaciones, seguramente muchos de nosotros podemos recordar una infancia agradable, tranquila y feliz.
Pero después empieza uno de nuestros grandes problemas, y es que te educan. Hasta ahora no necesitabas nada más que ser tu mismo/a, no necesitabas más que existir para recibir amor y afecto de tus padres, de familiares y amigos que te rodeaban, no necesitabas nada más para sentirte vivo, para ser querido/a y feliz. Pero una vez empezamos a educarnos, empezamos a hacer nuestras las mismas creencias y ideas con las cuales educaron a nuestros padres, y muy en concreto….esta:
¡¡¡No!!! No puedes ser feliz siendo sólo tu misma/o, para ser feliz se necesitan varias cosas:
Necesitas ser querido por la gente, necesitas sacar buenas notas, necesitas dinero, necesitas una persona con la cual compartir la vida, necesitas tener éxito laboral, necesitas mantenerte guapa/o y joven, necesitas tener admiración, rodearte de cosas caras y bonitas, necesitas destacar por encima de los otros…, porqué sino,no serás feliz.
Así nos enseñan que la felicidad la encontramos en «las cosas y las personas» que conseguimos, y como el «tener» no es nunca estático porqué la vida cambia continuamente, es cuando creamos el «apego» (no puedo perder esto si quiero ser feliz), la posesión (esto es mio y no puedo permitir que nadie me lo quite), la necesidad (cuando consiga esto y aquello seré feliz) la angustia (he de mantener este «tener· a toda costa), y el miedo ( ¿Y si no lo consigo nunca?)
Apego, posesión, necesidad, miedo y/o desesperación, son las emociones con las cuales convivimos continuamente. Porqué claro, ¿y si él me deja? ¿Y si me echan del trabajo? ¿Y si al final no tengo éxito?. La sola idea de perder eso en lo que hemos depositado nuestra felicidad, nuestros esfuerzos y nuestras ilusiones, es tan punzante que aguantamos y hacemos lo que haga falta para conseguirlo y retenerlo.
Así es como la vida se convierte en la presión de una preocupación constante. Preocupación por el sitio de trabajo, preocupación por el quedar bien y así tener más personas al rededor, preocupación porqué esa relación no se acabe o por tener una relación, preocupación por adquirir esa propiedad…la vida acaba siendo una carrera de obstáculos por tener cosas y personas.
Llegando a la contradicción que se deviene de todo esto «Si hace falta seré profundamente infeliz, para conseguir ser feliz»
Y venga a anhelar cosas: ¡Cuando lo tenga seré feliz! y agobiar-te por retener-las: ¡Si me dejas me moriré!, y venga a desarrollar apego y dependencia y a convivir con el miedo a que alguna cosa cambie.
Si lo piensas bien es todo una locura, una trampa mental de la cual no podemos salir hasta tomar consciencia.
Des de esta forma de entender la vida, no hay espacio posible para la libertad (moverme, cambiar, dejar ir, salir, empezar cosas nuevas…) por la tranquilidad, por la paz mental,por la serenidad y inevitablemente no hay espacio para la felicidad.
¿Y eso significa que no hemos de luchar por nada, ni querer conseguir nada? ¡Ni mucho menos! Es lógico, normal y (opinión personal) creo que justamente es lo que le da sentido a la vida, buscar la realización personal y el camino mientras buscas. Trabajos dónde no puedo ser yo y desarrollar mis valores, proyectos personales, desarrollar pasiones, amistades, parejas, hijos, familiares que me sumen, viajes… Pero sin perder el hilo, sin desconectar del origen y del motor de mi felicidad, que no está en otro sitio que en mi mismo/a.
A veces para entenderlo mejor, es bueno hacer la reflexión al revés.
Hay personas que son felices sin pareja, sin éxito laboral, sin grandes cosas materiales…etc. Si la felicidad estuvieran en «coas y/o personas» ¿eso sería posible? No. ¿Eso significa que si estas personas encuentra alguien con quien se ríen, comparten, conectan y se sienten felices, un trabajo que les encanta y les apasiona, la casa de sus sueños…no intentarán estar con él/la, conseguir el trabajo o comprar la casa? ¡No tendría ningún sentido!
Pero si alguna vez pierden a esa persona, ese trabajo, ese «lo que sea», saben que pueden volver a ser felices, que depende de ellos. Y si han desaprendido del todo esta idea de «en tener está la felicidad», nunca retendrán personas que no quieren estar con ellos, una relación que no funciona, un trabajo que no les llena…
Que triste y que bonito cuanto te das cuenta. No es que de golpe dejes de hacer las cosas que hacías, es que las haces desde otra perspectiva, desde otra emoción, con una tranquilidad y una paz interior que antes no tenias. Es como que dejas de correr contra corriente, de levantar piedras a ver si está allí la sensación de felicidad que buscas, es como que te paras, respiras, te abrazas y comprendes que no necesitas nada más, que ya puedes ser libre y feliz.
Gemma Pallàs.